La verdadera espiritualidad
consiste en eliminar el ego y permitir que las virtudes lo remplacen.
Todos tenemos un ego que fue
cuidadosamente creado a lo largo de los años. Es lo que nos permite vivir y
convivir con los demás; son nuestras especialidades y talentos; es el brillo de nuestra personalidad.
Sin embargo, ¡cuántos
problemas no nos ha causado! Pues, cuando un ego se encuentra con otro, hay
conflicto. Eso porque mis especialidades son diferentes de las del otro y mi personalidad brilla en otra sintonía. Así
que, al trabajar sobre el ego, al permitir que este sea compuesto de virtudes y
valores humanos, que son comunes a todos,
estoy abriendo una puerta ancha para que cualquier persona pueda venir dentro
de mí, sin miedo, disfrutando del cariño y amor que le pueda dar.
El amor y el respeto sólo
pueden ser recibidos cuando se da.
Es una ley humana que se ama
solamente a los que aman y se respeta solamente a los que respetan. No el amor
físico y carnal, sino el amor eterno que todos tenemos unos por los otros, un
amor que vemos a veces en la solidaridad altruista de una persona o en la sonrisa inocente.
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