Hoy me siento como un ángel.
Siento que la vida es ligera
y suave. Que mis pies no tocan el suelo y que la sonrisa en mi cara es
natural.
Hoy, percibo el mundo con
amor y respeto. Tengo misericordia por todos, sin distinguir hombres de
mujeres, niños de adultos, jóvenes de viejos, negros de blancos. Simplemente quiero a todos que me cruzan en el
camino y permito que las alas de mi espiritualidad los toquen. Suavemente. De
forma que una sonrisa aparezca en sus rostros,
igual que en el mío.
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