No hay forma de amor más
pura que la entrega completa del alma.
El amor, como la forma de
expresión máxima de la belleza interna del ser, sólo puede existir en la medida
que me entrego totalmente.
Entregarse significa
renunciar los conflictos y el egoísmo; ir más allá de las necesidades
personales y asumir un compromiso mutuo de vida. Eso es la señal del verdadero amor. Pero, para que se dé, hay que haber
mucho respeto y entendimiento mutuo, pues es un proceso de transformación. Aún
más cuando el amor es tan amplio que no se
limita a dos o cuatro personas, sino al mundo entero.
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