Al servir a los otros,
ganamos un tesoro inestimable: el amor.
Parece fácil, pero, por su
naturaleza, el amor de Dios requiere un corazón muy limpio y abierto para absolverlo.
Es un amor más grande que el universo y más caliente que el sol; pero también
es más sereno que la una.
Es el amor que me hace
sentir valioso. Al servir a otros, al ayudar a otros a caminar, sin volverse su
soporte, estamos acercándonos de Aquel que es el creador del
alma humana.
Ayudar a los demás de una forma o otra nos hace sentirnos mas valorados y solo con recibir el agradecimiento por un bien hecho nos ayuda a crecer como personas.
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