La
autenticidad de las personas al ver las cosas desde su propio punto de vista,
permite apreciar la belleza en su máxima expresión, con claridad y sin
distorsión, incluso las heridas de los grandes amores sanan en algún
momento, cuando uno menos lo espera un aire de revelación toca nuestros
corazones para avisar que no va más, que todo se acabó, es entonces cuando una
vocecita aparece en nuestra mente como un foco intermitente de sabiduría y
lucidez repitiendo con frecuencia "se ha ido", vaya uno a saber sí
aquella sabia voz se refiere al amor que ocasionó la herida o a la pena que
dejó aquel adefesio al abandonar el campo de batalla. lo cierto es que en
ese instante una especie de locura invade al cuerpo, sea por empezar una nueva
forma de vida en terreno desconocido o por el dolor que trae el abandono, la
última lágrima sale expulsada seguida de unas cuantas palabras de despedida y
finalmente existe una tregua temporal o paz interior, sí así quieren llamarla.
entonces es normal, que el alma se estremezca y que el olvido aparezca.
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